Publicado por Henar Ortega para Indienauta.com
Dënver tenían fecha en Barcelona dentro de la mini-gira que han programado por España. La Sala Monasterio era el lugar y, pese a que no se puede decir que el sonido fuera siquiera aceptable, dieron un concierto maravilloso. Empezaron con Mi primer oro. Siempre es difícil empezar con una casi-instrumental, supongo, pero Milton y Mariana salvaron la situación y caldearon el ambiente. Un ambiente animado, con el cartel de sold out colgado, y donde se respiraban muchas ganas de estos chavales que destilan maneras pop por los cuatro costados y que tienen presencia, actitud y grandes influencias.
Ella iba con un look muy de catálogo de American Apparel; él muy pendiente de sus pedales y de las bases, y con una actitud muy shoegazer (en el sentido literal de la palabra). Poco a poco fueron sonando los temas de su Música, Gramática, Gimnasia (2010), su segundo disco y con el se han hecho más conocidos en España: Los bikers y Diane Keaton envolvieron con su atmósfera de canciones de La Casa Azul; Feedbackcon su delay y su aire meloso... El gran hitazo Lo que quieras llegó entre vítores y cánticos “lolololo” al más puro estilo futbolísitco por parte del público, e hizo vibrar a todos los presentes con su ritmo creciente y con esas influencias bien plasmadas y reinterpretadas de gente como Los Planetas (mencionados, por cierto, en la canción), de Entre Ríos, o del pop épico que tanto hemos escuchado durante la primera década de los dosmiles. Un tema redondo, pelos de punta, sólo por escucharlo hubiese valido la pena ir al concierto.
Destacaron también Segundas destrezas y Cartagena, que además de ser una preciosidad teen es “ese lugar donde veranea la clase media chilena mientras la clase alta viene a España”, comentaba Milton. Por momentos la voz cristalina y cuidadamente desaliñada de Mariana se vio afectada por unas molestias repentinas, pero ella, algo apurada, consiguió continuar con la parte del concierto que quedaba. Para antes del bis se dejaban la animadísima Los adolescentes, durante la que no hubo nadie en el público sin botar e incluso salió una espontánea a brincar por el escenario (hubo varios espontáneos, esto es como Eurovisión). Tras recibir fuertes aplausos y no poder salir físicamente del escenario, volvieron e hicieron un bis que incluyó Olas gigantes, temazo bailable con sus organillos y palmaditas 70’s, y De explosiones y delitos.
Tenían la difícil tarea de dar vida en directo a sus temas, tan de su padre y de su madre cada uno, y lo lograron con buena nota. Es interesante recordar que Dënver no suelen ser un dúo en directo, de hecho en sus conciertos en Chile llegan a ser hasta siete personas encima del escenario. Más mérito para estos dos, que se sobrepusieron a la cita barcelonesa con su gran sencillez y resultaron muy tiernos, sacando adelante un concierto precioso en el que no tenían set list: iban tocando las canciones según les apetecía. Unos temas que conforman un disco imprescindible de estos que etiquetamos como “imposible de etiquetar”, parecido a lo que pasa con los de Klaus&KInski, por poner un ejemplo cercano. Canción melódica, electropop, pop de guitarra muy de los 90 españoles, coros, in crescendos con violines... todos los elementos conviven en perfecta armonía con la frescura de quienes inventan sus propios esquemas juveniles, al unísono, como diría Javiera Mena.
Algo está pasando con los artistas chilenos, no sabemos qué les dan pero lo que estamos escuchando de allá viene cargado de una sensibilidad especial para componer música de intensidad leve pero de largo alcance. Fue un concierto único, tan único como las 100 serigrafías numeradas que repartían a los primeros en comprar la entrada. La enmarcaremos. Y el recuerdo de este encantador concierto también.
